Paz en las tormentas de la vida.

Escrito por Mark Finley

"Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece." Marcos 4:39.

Exhausto, Jesús se durmió sobre la popa del barco. Pero de pronto el viento comenzó a soplar por el Mar de Galilea, golpeando las olas con furia. El cielo se oscureció, iluminado por los relámpagos y el rugir de los truenos. El barco se bamboleaba como un corcho sobre las olas. Los discípulos de Jesús, hombres fuertes de Galilea, hombres de mar acostumbrados a pilotear sus barcos a través de las tormentas, nunca habían enfrentado una tormenta como ésta.

Aunque eran veteranos del mar, los discípulos se sintieron como niños pequeños. Pensaron: "No hay forma de salir de esto, ni de regresar". Temblando de frío, con sus músculos tensos tratando de remar en contra de la tormenta, veían que cada vez eran llevados más y más mar adentro. Los discípulos estaban seguros de que iban a morir.

Entonces re enfocaron su atención. Dejaron de mirar la tormenta y lo vieron a él, porque no había nadie en su barco que les pudiera ayudar. ¿No le importaba a Jesús su situación? Sus almas clamaron: "Maestro, ¿no tienes cuidado de que perecemos, de que no hay nada seguro a nuestro alrededor, que no hay nadie en que podamos tener confianza? Cuando toda nuestra inteligencia humana y toda nuestra fuerza humana nos han fallado, ¿no tienes cuidado?"

Marcos 4:39 dice: "Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados?".

La única razón para tener miedo en una tormenta es si está usted conduciendo su propio barco, enfocado en la tormenta. Cuanto más mire a las olas y las nubes negras, y escuche los truenos, y vea los relámpagos, más temor tendrá su corazón. Elena de White escribió: "La fe viva en el Redentor serenará el mar de la vida y de la manera que él reconoce como la mejor nos librará del peligro" (El Deseado de todas las gentes, p. 303).

Si hay un tiempo en el cual debemos reajustar nuestras prioridades, es ahora. Si hay un momento en el cual debiéramos re enfocar nuestra visión, para saber que nuestros corazones son uno con Dios, y saber que Jesús está a bordo de nuestra embarcación, es ahora.