La tragedia de los topos.

Escrito por el Pr. Alejandro Bullon

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia". Isaías 41:10

El topo es un roedor que, sin que la gente se dé cuenta, devora las raíces de los árboles y causa muchos estragos. Cuando se pueden ver los resultados, ya es demasiado tarde. Trabaja en silencio por los innumerables túneles que construye debajo de la tierra.

Terminar con estos roedores es muy díficil, porque uno nunca sabe dónde están. Seguir la trayectoria de un túnel es perder el tiempo, porque se esconden en los numerosísimos laberintos subterráneos.

Sin embargo, alguien descubrió la manera de ahuyentarlos para siempre. Los topos no ven muy bien, pero poseen un oído muy sensible. Entonces, las personas colocan en la boca del túnel un aparato que produzca barullo, como ser una sierra eléctrica. El pobre topo, que no ve nada, simplemente oye un ruido extraño, como si todo el mundo estuviera cayéndose en pedazos, y huye desesperado para salvar la vida.

¿Sabes cuál es la tragedia del topo? Que no ve. Si pudiese ver se daría cuenta de que no hay motivos para correr. "No temas", dice el versículo de hoy, "porque yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia".

Puede ser que no lo veas, pero él está ahí, a tu lado, cumpliendo la promesa que te hiciera. Cuántas veces corremos asustados porque el ruido de las pruebas y dificultades es muy grande. Por favor, no corras; abre los ojos de la fe y contempla a Dios y a los ejércitos del cielo dispuestos a ayudarte.

En las horas difíciles, en lugar de correr, detente a pensar, a meditar y a aprender a confiar en Dios. Media hora empleada en comunión con Jesús por la mañana, no la sentirás en tu programa de trabajo, pero te ayudará a ver que no estás solo; abrirá tus ojos para ver quien "te sustenta, o te ayuda y protege con la diestra de su justicia".

Los que desean ser más semejantes a Jesús, viven una vida de compañerismo diario con él, y el resultado de esa experiencia es que lo conocen cada día más. Así confían en él en los momentos más oscuros, aquellos en los que tenemos la impresión de que Jesús desapareció y se olvidó de nosotros.

En el período final de la historia humana, el verdadero pueblo de Dios tendrá que vivir sin intercesor por un breve período de tiempo. ¿Qué será de nosotros si no aprendemos a verlo en medio de todo el bullicio de las pruebas y los momentos difíciles? Jesús es el amigo que nunca falla. Experiméntalo.