Dificultades porque somos cristianos.

Escrito por el Dr. George R. Knight

"Está escrito: "Por causa de ti afrontamos la muerte todo el día, somos estimados como ovejas de matadero". Romanos 8:36.

A veces pensamos que el cristiano que mantiene una buena relación de fe con Dios, tiene asegurada su protección. Todo lo que tiene que hacer es orar al Señor y él mandará un escuadrón de ángeles para asegurarse que ninguno le haga daño.

¡Nada más lejos de la realidad! La vida de Cristo mismo demuestra que aun el perfecto Hijo de Dios padeció dolor y muerte. La experiencia de Pablo refuerza esa verdad. El martirio es un aspecto importante en la historia de la iglesia. El punto que el apóstol quiere destacar, no es la seguridad que el cristiano no va a sufrir, sino que nada fuera de si mismo podrá separarlo del amor y la salvación de Cristo.

Para ilustrar el concepto según el cual ser seguidores de Dios no nos exime de las dificultades, Pablo cita el Salmo 44:22, que describe la persecución que Israel sufrió a manos de las naciones. No sufrían por haberse olvidado de Dios o haberse vuelto a los ídolos, sino que enfrentaban persecución y pruebas por su lealtad a él. "Por tu causa nos matan cada día". Pablo también envió un mensaje similar a Timoteo, para los que vivían en la era cristiana: "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos" (2 Timoteo 3:12).

Históricamente hablando, el precio de servir a Dios, siempre ha sido elevado. Según Hebreos 11, el pueblo fiel de Dios había sufrido durante siglos antes de la encarnación de Jesús, no sólo en manos de los gentiles sino también de los mismos creyentes. Algunos "fueron torturados y rehusaron el rescate para alcanzar mejor resurrección, otros experimentaron vituperios y azotes, cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada, anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y cabras; pobres, angustiados, maltratados" (Hebreos 11:35-37).

Sin embargo, ninguna de esas cosas pudo separarlos del amor de Cristo. No hay nada más poderoso que el amor de Dios por su pueblo.

Esa lección era importante para los cristianos romanos, debido al tiempo en que vivían. También lo es para nosotros que vivimos al fin de la historia, porque lo que la Biblia ha predicho sucederá antes de la segunda venida de Cristo. Sin embargo, nosotros, al igual que los cristianos romanos de la antigüedad, podemos estar tranquilos y seguros de que, aunque vengan las dificultades, nada podrá separarnos del amor de Dios.